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DESENTENDIDOS
„No hay nadie en casa, puedes dejar tu recado y número
de teléfono, te llamaremos de vuelta“....prrrriiiiii...prrrriiii.......“
Hola, aquí Pablo, el padre de Winett, quería preguntar
si le pueden dar permiso a Sonia para que venga a casa a jugar con
Winett. Yo la puedo ir a buscar y a una hora convenida, podré
llevarla de vuelta a casa con bicicleta. Por favor avísenme
cuando regresen si esto es posible“. La llamada la hice oprimiendo
la tecla de la memoria del teléfono, donde tengo grabados
algunos números de contactos. Luego de pasados unos 15 minutos
y al no recibir respuesta, volví a buscar el teléfono
de Sonia para llamar nuevamente. Esta vez repasando los números
de mi libreta de direcciones. Allí descubrí que habia
marcado el telefono equivocado, había dos Sonias, la amiguita
de Winett y una amiga chilena-alemana de 65 años, con la
cual tengo una amistad que viene de mis primeros años de
estadía en Alemania. Segunda llamada: „Hola Sonia,
te llamo sólo para decirte que nos es necesario que vengas
a mi casa hoy a jugar con Winett y no te asustes, que no te llevaré
tampoco de regreso a tu casa en bicicleta“.
Con esto de los contestadores automáticos tuve una bochornosa
experiencia, digna de relatar. En el primer contestador que tuve,
me pasé horas tratando de descubrir que botón debía
oprimir para dejar un mensaje, cuántos segundos este debería
abarcar y luego, cómo constatar que había quedado
grabado. El primer mensaje decía inequivocamente asi: „
Hallo, ich bin nicht zu Hause, Sie können mir ein Schaks Ficken
oder mir als Nachricten interlassen“ Lo cual en español,
con un poco de fantasía, sería algo así como:
„Hola, no estoy en casa, usted puede fornicarme un Fax o mandármelo
a guardar como noticia“. El obvio desacuerdo con las palabras
en alemán, produjo este „se me lengua la traba“,
causando la risa espontanea de algunos y la sorpresa y el escándalo
de otros. La fonética de la palabra Fax y schicken (enviar)
fué la causa de esta trampa.
En todo caso, la noticia que más se presta para quedar en
los anales de la memoria del contestador, decía así:
„Hola Pablo, estoy en la estación de policía,
llegué hoy al aeropuerto de Frankfurt, en la aduana me confiscaron
unos tarros de locos y unas tiras de machas secas de Chiloé
que te traía, a la salida me robaron mi cartera, tomé
un metro para llegar a la estación de Frankfurt y dos tipos
de civil me pidieron el pasaje, como no tenía, me pidieron
mi pasaporte, como tampoco tenía, me pidieron que cancelara
60 marcos, como tampoco tenía, me pidieron que los acompañara.
En este momento estoy custodiado por dos policías en la comisaría,
conversando con el jefe sobre los locos en Chile. Me podís
venir a buscar con 60 marcos y tu pasaporte? No dijo ni su nombre
ni el de la comisaría y repasando un poco las inflexiones
y el timbre de voz de mis amigos chilenos, y haciendo memoria de
cuales eran los más volados, inconvencionales y dignos de
habitar en las estrellas, llegué a la conclusión que
no podía ser otro que un poeta, y naturalmente, resultó
ser un poeta amigo, al que no veía desde haciá más
de 10 años. Después de varias llamadas y lucubraciones
logré descubrir que se trataba de la comisaría de
la Estación Central de Frankfurt. Podría decir que
gracias a la existencia de este práctico método del
contestador automático, logré salvar a mi amigo de
las esposas y al comisario jefe, de la locura, que conversar con
mi amigo poeta sobre los locos en Chile es, además de interminable,
un tema para el sicoanálisis.
La Sonia vino a jugar con la Winett, la llevé de vuelta a
su casa en bicicleta y la Sonia me llamó de regreso al contestador
para decirme: „Hola Pablo, te llamó para decirte que
no me dieron permiso para ir a jugar hoy con tu hija, así
que puedes dejar la bicicleta tranquila y para la próxima,
me llevas y me traes en auto, que como tu sabes, desde hace un tiempo
estoy viviendo en Hamburgo“.
Pablo Ardouin Shand
Frankfurt, 2001
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